“ENERO”
Una mosca gris le contaba, como para pasar el rato, a una mosca verdosa, que tenía ganas de sobrevolar la mermelada de frutilla que se ofrecía luminosa como un faro, en el centro de la mesa.
La mosca verdosa tenía fama de chismosa y la costumbre de dar consejos sin que nadie se los pida. Luego de escuchar atentamente a la mosca gris se lanzó con desenfreno sobre el dulce, como si fuera a sumergirse en él. Pero sólo revoloteó sobre la mesa, y al mismo tiempo se empecinaba en aconsejar a su compañera:
_ Primero hay que sobrevolar la presa a unos cincuenta centímetros, de esa manera vas a poder estudiarla bien antes de atacar. Después se debe acortar el trayecto y así olfatear bien el dulce… Aunque ¿sabes qué es lo fundamental en estos casos? Lo fundamental es tener una buena perspectiva de la víctima. Entonces en ese momento hay que elevarse para tomar fuerza, y reanudar el vuelo circular alrededor del botín. Como si fuera un ritual ¿entendes?
La mosca gris se estaba sacando una lagañita. De repente empezó a agitar las alas con desesperación. Trataba de alertar a su compañera del inminente peligro: la dueña de casa se acercaba sigilosamente a la mesa decidida a matar.
No hubo caso. La mosca verdosa estaba enajenada y atenta solo a su propia voz.
Un golpe seco y efectivo silenció la escena. Y el barrido áspero del diario doblado sobre la mesa arrastró el pequeño cuerpo sin vida hasta el piso.
La mosca gris tenía la firme decisión de salvar su pellejo y seguir disfrutando de la cálida tarde. Aprovechó que la ventana estaba abierta y planeando suavemente se perdió en la luminosidad de una siesta de verano.
Contacto
bibinaveyra@gmail.com